viernes, diciembre 23, 2005

Como la vida misma

Todos nacemos con un destino predefinido, nuestro brote es complicado de explicar. Nacemos con una gran ignorancia que gracias a Dios no perdemos hasta ya pasados unos 10 años de nuestra vida. Esa ignorancia es aquella que añoraremos el resto de nuestra vida. Todo esto lo digo porque, tras unos meses de recapacitar me he dado cuenta que realmente añoro la ignorancia y el hecho de no poder, querer, ni necesitar saber. Ya pasados los 10 años comenzamos en una carrera jovial en busca de miles de objetivos, algunos de ellos, inabordables. Cuando llegas a los catorce años solo piensas en chicas, en videoconsolas y en miles de aspectos oscuramente hedonistas que no seremos capaces de conocer ni con 70 años. Nos movemos todos al vaivén de los compañeros, y el rechazo a nuestra infancia se verá reflejado a través de nuestro afán de intentar aparentar ser mayores. Siendo mayores creíamos que seríamos mejores, haríamos más cosas, tendríamos una casa, una moto/coche, una novia formal y la oportunidad impensable de entrar en aquellos lugares no permitidos para nosotros. Pero esto no será más que el principio. Los catorce sólo será un principio en la carrera real de la vida. Esta carrera nos aportará un futuro, este futuro consistirá en la búsqueda de esa persona que nos haga feliz en nuestras vidas, de una búsqueda por conseguir amasar cantidades de dinero y poder hacer con ella todo aquello que nos plazca. Lo lógico sería pasar inadvertido a lo largo de la etapa de los “teenagers” a través de la compañía de tus amigos y de la propia exaltación de nuestros ideales. Mi caso será diferente. Yo conocí a una magnífica chica en el verano del año 2002/2003, a la chica no la nombraremos ya que su timidez haría de esto un escándalo y no sería adecuado ni pertinente. Os voy a narrar una pequeña historia de lo sucedido. Ella era una amiga que conocí en un pueblo de Madrid, la había visto una vez antes, pero no había sido capaz de observar ni siquiera aquello tan evidente. Ciegamente tenía delante a una persona con la que tras aquella calurosa noche de verano comenzaría aquella relación antes denunciada en mi escrito. Era ella esa persona con la cual estaba yo destinado a pasar gran parte de mi corta vida?. Morena de cabello y blanca de faz, con esa característica que tan alocado es capaz de volver a una persona tan poco superficial como yo, ella poseía una cualidad venerada por mis ojos, esas marcas uniformes llamadas pecas cambiarían mi vida. Y no sólo las pecas, sino el talante, el carisma y la benevolencia de esta persona. Rápidamente me enamoré de ella y con su permiso comenzó nuestro romance. Mucha gente considera una acción virulenta el comenzar una relación amorosa tan joven. Yo el primero. Pero si algo se, y lo digo por experiencia propia es que el amor llega sin que seamos capaces de apreciar su rapidez. Simplemente llega y se establece en la vida de la gente sin previo aviso. Realmente compadezco a aquellos cuyo amor aún siendo manifestado se le sea denegado o no correspondido. Yo tuve suerte y doy gracias a Dios por ello. La relación es algo sagrado, en ella se vivirá todo tipo de momentos, unos más agraciados y otros más desgraciados pero al fin y al cabo la mera posibilidad de compartir todo lo que se posee con otra persona es lo más gratificante que se puede alcanzar. Mi relación tuvo grandes momentos de grandeza, de hecho, mi mente a través de la eliminación automática, ha eliminado por sí sólo los malos recuerdos. Cuando realmente se añora a una persona puede haber cualquier mal sobre la tierra o sobre tu persona que nunca te importará, solamente escucharás a tu corazón y comprenderás ese factor tan desconocido por los seres humanos: “el amor es importante en nuestras vidas, si no hay amor, no tenemos nada”. No quiero contar como ha ido evolucionando mi relación ya que eso sería violar no sólo mi intimidad sino la de aquella persona que tanto ha vivido conmigo, a mi lado, fiel y tan responsable siempre de sus actos. Este escrito tiene una finalidad. En las relaciones siempre se ha de tener en cuenta miles de factores a la vez, y el faltar a uno de ellos podría ser fatal, la mentira es aquella faceta imperdonable a toda excusa y ha de ser erradicada de toda mente y actuación en una pareja, ya que una mentira siempre vale más que mil palabras. Mi relación ha tenido un gran fallo, y fue este, no quiero entrar en detalles ya que no merece la pena resaltarlos, pero quiero que sepáis que nunca, y repito, nunca debéis mentir a vuestra pareja, tras tres años y varios meses con aquella joven morena con pecas yo hice justo lo que denuncio y os pido no cometáis el miso error que yo, ya que, ni siquiera mi corazón enamorado puede luchar contra una mentira, y por ello quisiera pedir a todos aquellos enamorados que luchen y pase lo que pase nunca cometan actos tan viles como los ejecutados por mi. Si en algún momento de la vida de esta persona se le ocurriese volver a pensar en mí como persona y me devolviese su confianza desvanecida entre mis labios, lo único que conseguirá sería devolver a esta persona que soy yo a la línea de la vida que comencé a escribir en el principio de esta carta. Pequeña, sin ti no soy nada, sin ti una vida de alguien tan insignificante como yo no vale nada. Permíteme volver a amarte y a abrirme tu corazón. Así entraremos en la siguiente etapa de la vida que ahora mismo a mi juicio está total y absolutamente tan opaca para mí. Te amo, te quiero y te necesito. Sólo quiero que me dejes volver a vivir. Álvaro Junquera Saldaña.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ey dejate de mierdas, eres un maulas q no sabes ni lo q dices, ademas despues de tu "pedazo" de historieta te dejan un comentario de mierda en inglés.
Estas acabadisimo, y n se apaga el ordenata y esas consolas d mierda y piensatelo un par d veces antes d decirlo.
un besito